14 de febrero de 2012



Cansada de su familia y de su vida en Suffolk, la señora Woodhouse decidió un día hacer sus maletas y desaparecer del mapa. Su hijo Bob no se lo podía creer, ni tampoco sus hijas Mary y Elizabeth, justo ahora, cuando acababa de nacer su quinto nieto. Y menos aún Henry, que era el embrujo de su madre. Sin embargo el señor Woodhouse permaneció impasible, como era su carácter habitual. Desde que ella se marchó sólo tuvieron noticias suyas a cuentagotas, en forma de fotografías y en las que se cuidaba de escribir al dorso el nombre del lugar que visitaba. Detrás de ésta pone “Fiordo Geirangerfjord”. Hoy en día hay quienes la sitúan en las islas Seychelles.