Del bisabuelo Honoré jamás se ha conservado
retrato alguno para la posteridad, porque entre otras razones, solo se
hizo una fotografía. La bisabuela, avergonzada, la había ocultado entre
las páginas de su Biblia. No podía permitir que su marido, un respetable
contable del mercado de abastos de Boulogne-sur-Mer, echase por tierra
su reputación. Muchos años después supimos que el bisabuelo Honoré era
un gran bromista y que tampoco sabía nadar.