Harold era el amigo más parlanchín del abuelo
Harry. Ante la escasa atención que le prestaban sus allegados, conocidos
y empleados, decidió rebelarse y buscar a alguien que le comprendiera.
Cuando apareció Peter en casa, la familia lo vio con un cierto alivio.
Se lo llevaba a las reuniones con los consejeros de su empresa, al club
de fumadores o a jugar al golf. Nadie, si siquiera los suyos, supieron
de lo que hablaban, por el simple hecho de que nadie se arriesgó a
interrumpir sus monólogos.