30 de enero de 2012



Nadie supo como nació en Jaime esa desmesurada atracción por el lejano oriente que le llevó a dejarse bigote, ponerse un kimono y casarse con una japonesa. Según las habladurías de mis tías, ella era hija de un importante diplomático. Pero yo jamás las creí, porque a las tías les gustaba presumir mucho y para eso tenían demasiada imaginación.