4 de mayo de 2012



Al tatarabuelo Emmanuel también le entró la fiebre del oro. Y ahí que, inconscientemente, por la cosa de prosperar, dejó sola a la tatarabuela. Con su plato de metal adquirido en Bob’s Store pasó varios años escudriñando los fondos del río Yukón. Y aunque compartió con otros buscadores interminables noches de hogueras y alcohol, acabó regresando al hogar cabizbajo y meditabundo. Algo que sorprendió a la tatarabuela. Y a George O’Keefe, quien justo en ese momento se disponía a entregarle un anillo de compromiso. Porque ella, dada la ausencia de noticias, pensó que al tatarabuelo, posiblemente, le habrían cortado la cabellera.

· Fondo musical para la lectura (por cortesía de Joaquín González): Mississippi Rag http://www.youtube.com/watch?feature=endscreen&v=jwzIkQcJoO4&NR=1