29 de mayo de 2012



Cuando le conocí era tan delgado, tan poquita cosa, y con ese bigote que se dejó para dar un aire de masculinidad a su cara aniñada, algo que ni siquiera desapareció con las arrugas de la vejez. Soñaba con ser escritor y en su tiempo libre se entregó a ello, llegando a escribir casi cuarenta novelas hasta que murió el año pasado. Pero no consiguió publicarlas, cosa que en ningún momento me extrañó porque además de su escaso talento ¿a quien le podría interesar la autobiografía, año por año, de un tendero y su mujer sin hijos, que jamás salieron de su pequeño pueblo de Minnesota y en donde nunca pasó nada fuera de lo normal? Pero aún así, fui feliz.

· Fondo musical para acompañar la lectura: Ralph Stanley - Man of constant sorrow (http://www.youtube.com/watch?v=fLKltv26-00&feature=related)