12 de abril de 2012



La tía Hildegard siempre llevó las tareas del hogar con gran entrega y precisión, del mismo modo que educó a sus hijos, mientras que el tío Gustav cumplía religiosamente sus horarios en la oficina. Así fueron pasando los años en los que lo único que se salía de la rutina eran aquellos domingos en los que salía el sol y el tío hacía una barbacoa en el jardín. Un buen día el tío murió. Los hijos hacía tiempo que habían volado del nido. Todos pensaron que la tía se derrumbaría en la soledad de su casa. Y mientras la familia ponía rostros de pesadumbre cuando se acordaban de ella, la tía llevó como pudo su viudedad. Yo lo sé porque me lo dijo la Sra. Bloomfield.

· Fondo musical para acompañar la lectura: Glenn Miller - Moonlight serenade (http://www.youtube.com/watch?v=_ru6G7Z42Q4&ob=av2n)