18 de abril de 2012



Tuvieron que pasar algo más de 40 años para que, en su lecho de muerte, Berthold Schultz supiese la respuesta al misterio que desde entonces había envuelto su vida. El asunto era que todos y cada uno de sus amigos, tras una primera visita, jamás volvían a aparecer por su casa. Una cosa era verse en los bares y otra muy diferente aceptar las invitaciones de Berthold. La Sra. Schultz sufría por el desasosiego de su marido. Pero ese día, cuando su amigo Hans Meyer se decidió a visitarle por segunda vez, ya medio ciego, le reveló el enigma. «Está bien que hayas ahorrado en muebles, Berthold, pero lo de tu suelo...», oyó la Sra. Schultz tras la puerta.

· Fondo musical para acompañar la lectura: Mal Waldron - Warm canto (http://www.youtube.com/watch?v=JCOLAW8kg1g)