24 de septiembre de 2012



A mamá jamás le gustó Sophie. Decía que le resultaba bastante distante y antipática, algo que era recíproco, como pude comprobar las pocas ocasiones en que ella y mi hermano Jean hacían acto de presencia ya que, según decían, viajaban mucho. Para Jean era una situación compleja, porque su querencia por mamá era fuente de conflictos con Sophie, como su amor vehemente por Sophie fastidiaba a mamá. Yo tampoco tenía una relación fluida con mi cuñada, aunque he de reconocer que era inteligente, pero también extraña, desconfiada, parca en palabras y sobre todo una gran observadora, tanto, que no perdía detalle de todo lo que acontecía a su alrededor, ni siquiera se le escapaba el más leve sonido que se producía fuera de la casa cuando nos visitaban. Yo pensaba que eran los problemas habituales entre suegra y nuera. Al fin y al cabo, ellos me daban igual. Hasta que lo comprendí todo varios años después, por casualidad, cuando vi sus retratos en los periódicos. Era la pareja de estafadores más buscada de Francia. Si no fuese por Sophie, me costaría creerlo, porque mi hermano Jean siempre fue una calamidad.

· Fondo musical para acompañar la lectura: Ives Montand - Les feuilles mortes (http://www.youtube.com/watch?v=JWfsp8kwJto)