19 de septiembre de 2012



En su adolescencia, Dmitri Sergeievich Semiónov tuvo claro que su vocación era la de crear tendencias. Algo que causó una gran extrañeza en su padre, un modesto lechero de una aldea cercana a Ignatievo, el consiguiente disgusto cuando supo lo que significaba aquello y un monumental enfado cuando su hijo hizo el petate y se trasladó a Milán decidido a cumplir su sueño. Pero, según quienes le conocieron, Dmitri no tenía el talento suficiente ni el carácter necesario para sobrevivir en un mundo tan difícil como el de la moda. Por ello acabó aceptando un puesto en una pequeña tienda de electricidad que ocuparía hasta su jubilación. A pesar de ello nunca perdió la sonrisa, lo que le ayudó de sobremanera a hacer más verosímil su inventada vida de diseñador ante sus familiares, enviándoles cada cierto tiempo imágenes de él mismo con sus innovadoras ideas de estilo, como la de llevar la corbata por fuera del jersey.

· Fondo musical para acompañar la lectura: The singing guitars - "Поющие гитары" (http://www.youtube.com/watch?v=2ajfyfcyB5Q)