5 de octubre de 2012



Los años no pasan el balde, y con ellos la fuerza de la costumbre, con las fricciones habituales que tambalean a ratos esa aparente armonía con el otro. Esas eran las sensaciones que tenía Margaret de vez en cuando después de muchos años de matrimonio con Clayton. La vida que llevaban en Kensington era demasiado apacible, como también el trabajo que él desempeña ba en las oficinas de una cadena de supermercados. A ella siempre le dio mucha seguridad el carácter metódico y ordenado de su marido, incluso hasta para cumplir los horarios domésticos. Nunca había sucedido en sus vidas nada que se saliese de lo cotidiano, ni si quiera cuando se reunían con sus amigos para cenar. Porque si él tenía una virtud esa era la de la contención, algo que transfiguró de sobremanera el semblante de Margaret, a pesar de que su rutina era tan sólo alterada por los partidos de cricket emitidos por televisión, la única afición que se le conoció a Clayton y que le hacía cambiar sus gestos habituales.

· fondo musical para acompañar la lectura: Tony Bennett - The good life (http://www.youtube.com/watch?v=pU-QExgydz0)