20 de noviembre de 2012



Antes de hacerse novios en el instituto de la pequeña localidad de Foley, Minnesota, y contraer matrimonio al cumplir la mayoría de edad, Bert Lambert y Fanny Williams habían pasado toda su infancia juntos. Sus familias, que se conocían desde hacía mucho tiempo, habían estrechado lazos de amistad a partir del nacimiento de ambos. No sólo llegaron al mundo en el mismo día, sino que, por los caprichos de la naturaleza, las dos criaturas vinieron con una fealdad congénita. Bert y Fanny crecieron saliendo disfrazados a la calle, porque sus respectivos progenitores trataron de hacer lo posible por que  pasasen desapercibidos y así evitar posibles sobresaltos entre sus conciudadanos. Y aunque a los niños al principio aquello les resultó muy divertido, llegó un momento en que dejó de serlo, porque con la adolescencia los intereses cambian y Bert y Fanny empezaron a ser conscientes que no tenían edad para llevar caretas, ni tampoco nada de que presumir y ni mucho menos, probabilidades de convertirse en los chicos más populares del instituto, aunque en realidad fuesen muy conocidos por todos. Sea como fuere, se convirtieron en almas gemelas y, con el paso del tiempo, tuvieron que seguir sacando fuerzas para salir adelante porque los dos hijos que nacieron de su unión heredaron sus mismos genes. Hasta que un buen día Bert y Fanny hallaron su lugar en el mundo, cuando consiguieron un empleo en un parque temático, lo que les permitió poder ir vestidos desde casa y así, por la fuerza de la costumbre, hizo que sus vecinos los acabasen viendo con naturalidad.

· Fondo musical para acompañar la lectura: Blues Brothers - Stand by your man