21 de noviembre de 2012



James Casey se ganó el alias de “Jimmy dos caras” desde que se inició de adolescente en el mundo de la delincuencia, cuando Marty Lancaster, su amigo de la infancia, le introdujo en la banda de Paddy Wilkins, uno de los ladrones más buscados de Newcastle. Éste pronto se dio cuenta de las habilidades de James que, desde el primer momento, puso entusiasmo y arrojo en cada robo que perpetraban. Pero su mayor destreza fue la interpretativa que, unida a su fisonomía, hizo que acabase convirtiéndose con el paso del tiempo, y para desgracia de Paddy, en el enemigo público número uno. Su táctica, según confesaron muchos años después antiguos compinches suyos, era muy sofisticada. James entraba en un banco mirando hacia el suelo. Al llegar a la ventanilla elevaba su cabeza poniendo su perfil izquierdo y, en el mismo instante que sacaba el revolver, la giraba para mirar de frente al cajero. La impresión que solía causar era tan grande que rápidamente le entregaban el dinero. Hasta que aquel fatídico 14 de abril de 1936 cambió su suerte y se terminó su carrera delictiva. Al parecer, James ya era consciente de que su rostro era demasiado conocido después de tantos atracos a cara descubierta, por lo que ese día decidió taparse con un pañuelo. La extrañeza que sintió cuando lo detuvieron se la aclararían más tarde, durante el interrogatorio. Le habían reconocido por las orejas.

· Fondo musical para acompañar la lectura: Jack Payne & BBC Dance Orchestra - Whistling In The Dark (https://www.youtube.com/watch?v=kjyIA7qLzrw)