19 de febrero de 2013



En su adolescencia fueron la pareja más popular del instituto. La bella Myrna y el atractivo David parecían destinados a tener una vida de ensueño. Y en cierta manera así fue porque, tras graduarse en leyes, David había conseguido un buen puesto en el departamento legal de una importante compañía inmobiliaria, mientras que Myrna se consolidaba como redactora jefe en una conocida revista de moda. Las cosas no podían ir mejor, con una bonita casa en un buen barrio residencial que Myrna decoró siguiendo las últimas tendencias del momento, con un flamante Cadillac delante de su puerta y las repetidas salidas a eventos sociales de la más diversa índole. Hasta que vino aquella fatídica tarde del 23 de abril de 1956 cuando la adversidad apareció por primera vez en sus vidas. Al tropezar con la alfombra, David había derramado la cerveza y la fuente de patatas fritas en el abrigo de Chanel que había dejado Myrna sobre el sofá mientras ella preparaba su bolso antes de irse a un desfile de alta costura. En su intención por salvar la prenda, Myrna había golpeado de soslayo la televisión, justo en el momento en que se emitía el partido de los Knicks de Nueva York, cayendo, irremediablemente, el aparato al suelo. Esa tarde, Myrna y David no podían explicarse por qué a ellos, que siempre les habían salido bien las cosas, ese día les abandonó la suerte.

· Fondo musical para acompañar la lectura: Carl Orff - "Oh Fortuna" de Carmina Burana (Sergiu Celibidache & Coros y Orquesta Filarmónica de Munich) (https://www.youtube.com/watch?v=k0JZUGwD0CE)