23 de marzo de 2013


Magda Richards siempre provocó una enorme curiosidad entre sus vecinos porque ella, que era una mujer que más bien pasaba desapercibida, tenía una agitada existencia que, por otro lado, ella misma se encargaba de difundir, alimentando con ello su leyenda. Nadie le conoció marido alguno, ni siquiera amantes. Se la veía de tanto en tanto, y las ocasiones en que unos y otros coincidían con ella, Magda se entregaba con devoción a contar sus aventuras. Decía que su vocación por los viajes nació cuando era niña, en el cine, al sentirse siempre atraída por los personajes de exploradores, aunque estuviese Tarzán de por medio. Pero nadie vio imagen alguna de los sitios donde decía que había estado, ni tan siquiera de ella misma equipada como decía que iba, con un látigo, un morral y una pistola automática. Pero en el fondo, a todos les daba igual porque ella era una gran narradora que les proporcionaba los mejores momentos de sus vidas, aunque a veces fuesen en una acera bajo un paraguas. Incluso hubo un adolescente que la admiraba, quedándose absorto cada vez que se la encontraba y le contaba alguna de sus historias. Era un tal Steven que después, dicen, se metió en la cosa del cine.

· Fondo musical para acompañar la lectura: Nick McKaig - The Indiana Jones Theme (A capella) (http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=hHpi5jvrfaA)