8 de marzo de 2013



Según algunos de los principales especialistas en la materia, Anne y Achille Deveraux fueron los primeros "performers" de la historia del arte. Un calificativo con el que el matrimonio siempre estuvo en desacuerdo porque ellos tan sólo buscaban la representación del límite, lo que les había llevado a realizar intervenciones arriesgadas aunque, según algunos, de una gran belleza plástica. Si bien, todo aquello les permitió el privilegio de disfrutar de una plena libertad creativa, por contra les acarreó, no él rechazo, porque no fueron demasiado célebres, sino el desconocimiento de su obra por una gran parte de la crítica especializada, lo que en términos prácticos se traducía como escasez de ingresos. Era algo lógico, porque la gente, cuando camina por la calle, suele mirar al frente, todo lo más hacia los lados por la cosa de los escaparates, pero pocas veces alguien alza la vista mientras pasea por una ciudad, sobre todo si ésta está plagada de rascacielos, como Nueva York. Pero para el matrimonio Deveraux, que jamás tuvo percance alguno como seguramente alguno ha podido pensar, las azoteas fueron el espacio idóneo para sus creaciones, aunque sufriesen los inconvenientes de las corrientes de aire. Al fin y al cabo, era su modo de expresarse.

· Fondo musical para acompañar la lectura: Erik Satie - Gnossienne nº1 (Reinbert De Leeuw-Piano) (https://www.youtube.com/watch?v=USP3QpqIE8Y)