29 de abril de 2013



Cuando nacieron los cuatrillizos McClure se produjo un enorme revuelo en el Long Prairie Memorial Hospital, Minnesota. Durante el parto, que a priori era muy delicado, el veterano cirujano jefe, el Dr. Daniel J. Weaver, vio algo inaudito que hizo encender todas las alarmas, por lo que dio orden al equipo médico de poner en marcha los protocolos establecidos para casos de esa envergadura. El temor generado ante el aspecto que presentaban las criaturas hizo pensar a los clínicos que se hallaban ante un insólito fenómeno científico, surgiendo una primera hipótesis que apuntaba a la posibilidad de que una bacteria de origen extraterrestre fuese la causa de aquella extraña mutación, lo que podría ser causa, si no se tomaban las cautelas necesarias, de una posible epidemia. De ahí que, como medida preventiva, se dio además aviso a varias organizaciones gubernamentales y científicas. Hasta que, varias horas después, el enfermero Jimmy Moore cayó en la cuenta de que con tanto ajetreo se habían olvidado del padre de las criaturas, el Sr. McClure, chatarrero de profesión, que llevaba horas en la sala de espera ajeno a la tensión generada por el nacimiento de sus retoños. Al parecer, nada más conocer el descuido, el Dr. Weaver se apresuró a ir a hablar con él para examinarle por si fuese portador de virus, ya que podía significar un potencial caso de contagio. Pero al verle tuvo una repentina intuición que después confirmaron los análisis. El Sr. McClure gozaba de una envidiable salud, y las supuestas mutaciones de sus retoños no eran tales, sino, simplemente, cosa de la caprichosa genética, tan poco complaciente desde hacía generaciones con los McClure.

(Foto: cortesía de Étnia Étnica)


· Fondo musical para acompañar la lectura: Billie Holiday - Why was I born (http://www.youtube.com/watch?v=sr-eR_t6fcc)