9 de mayo de 2013



Un día mi madre nos contó que hubo un tiempo en que papá se ganó la vida como cantante. Claro que, según nos decía, las musas se olvidaron de su existencia porque tampoco tenía una buena pronunciación del sueco. Decía de él que tenía un cierto parecido con un actor que, en aquella época, empezaba a tener una cierta fama, algo que papá, consciente de ello, aprovechó para sus actuaciones veraniegas en las playas de Benidorm. En desparpajo no le ganaba nadie, subrayaba mamá, y sobre su fisonomía había chicas extranjeras a las que le resultaba familiar. Yo sabía que mi madre tenía una gran imaginación, que se sentía orgullosa de su marido y, como comprenderán, aunque a mis hermanos y a mí todo esto nos parecía que eran exageraciones de mujer enamorada, jamás se nos ocurrió ponerlas en duda. Y mucho menos cuando notábamos como su cara se iluminaba cuando nos relataba sus aventuras. Al fin y al cabo, era nuestra madre. Recuerdo que decía que papá era un crack, con un toque quijotesco, que estuvo en la Guerra Civil con no sé qué asunto de una vaquilla, que tuvo un amigo con un pájaro que se posaba sobre su hombro, que estuvo en Alemania, e incluso, que vivió por un tiempo en un bosque. Todas estas quimeras nos parecían bien ¿Que quieren que les diga? Ella se sentía feliz así, y a mis hermanos y a mí nos hacía soñar.

(Foto: cortesía de Alejandro Tejeda)


· Fondo musical para acompañar la lectura: José Nieto - BSO de El bosque animado(José Luis Cuerda, 1987)(http://www.youtube.com/watch?v=jMod5RpRuX8)