11 de junio de 2013



El tío fue un personaje llamativo entre los habitantes del pueblo en donde veraneaba, con ese pelo alborotado que le daba un aspecto de científico loco y con sus sempiternos pantalones cortos por los que asomaba su incipiente barriga. Aunque nunca tuvo nada que ver con el mundo de la investigación, porque al tío lo que le gustaba era la vida contemplativa, el amor libre y esas cosas que a los demás escandalizaban y que le convirtieron en un revolucionario a ojos de mi padre. Cosas de la admiración de hermano menor hacia el mayor. Yo nunca pude comprobar si el tío fue el primer hippie de la historia, como afirmaba mi padre, ni tampoco conseguí que me contaran cosas sobre su vida a causa de los imperecederos recelos de la familia que siempre vio en él un elemento poco recomendable para los sobrinos. Pero la verdad es que el tío era muy divertido, con unas ocurrencias muy ingeniosas. Como cuando estábamos en la playa, en la orilla, sin atrevernos a bañarnos, que siempre nos decía que teníamos que echarle energía a nuestra masa corporal, no pensarlo dos veces y tan sólo correr a la velocidad de la luz directos al agua, ya que era la única manera de quitarse esa aprensión inicial al agua fría.

· Fondo musical para acompañar la lectura: Sidney Becket - Indian summer (http://www.youtube.com/watch?v=CU1O8kH9OjA)