20 de junio de 2013





La desmesurada coquetería de Esmeralda Lancaster la convirtió en una persona muy popular entre las gentes de Picaddilly Circus cuando se instaló allí el primer fotomatón. Ella era una mujer muy resuelta y divertida a la que gustaba impresionar a los demás. Algo que unido a la moda cambiante del momento hizo que se entregase a la experimentación con su propia imagen. Y no sólo con la combinación de peinados, vestidos y sombreros, sino en la creatividad que desarrolló al trabajar su gestualidad, ya que era una mujer poseedora de una gran variedad de registros expresivos. Según el reconocido crítico de arte Morris P. Anderson, Esmeralda, sin ser consciente de ello, fue autora de una magna obra artística basada en las variaciones de su propia imagen, lo que la situaría entre las pioneras del Body Art. Una extensa serie de pequeñas fotografías que hizo a diario y que, puestas en orden, mostraban su evolución física y emocional durante casi una década de su vida, hasta el 24 de abril de 1943, día en el que interrumpió definitivamente su actividad. La conmoción de Anderson ante la posibilidad de poder desentrañar un asombroso misterio artístico se fue abajo pocas semanas después, cuando averiguó que Esmeralda dejó de acudir al fotomatón a partir de aquel día porque había descubierto su primera arruga en el rostro.

· Fondo musical para acompañar la lectura: Welcome Lewis - Watching my dreams go by (http://www.youtube.com/watch?v=hNucAkYhMrs)