13 de septiembre de 2013



La imaginación de mi padre hizo que tuviese una imagen idealizada de mi abuela a la que contribuyó en buena medida mi propia fantasía. Supongo que como niño que era estaba ávido de emociones, lo que precisamente no había en mi casa. También sabía que mi padre tuvo que olvidarse de su quimera juvenil de convertirse en escritor para hacerse cargo de las necesidades del pequeño negocio del abuelo que, al fin y al cabo, era, como le decían, un trabajo de verdad. Nunca sabré si hubiese logrado ocupar un lugar de honor en el mundo literario, porque jamás llegó a garabatear un folio, pero si les puedo decir que todas las noches, antes de dormirme, me relataba las hazañas de mi abuela, que murió antes de que yo naciese y quien, según me contaba, fue una mujer intrépida y avanzada para su tiempo que entregó su vida a volar. De todas aquellas gestas, la que más me fascinaba fue cuando viajó al espacio, que muchos la tacharon de loca pero como era una mujer de carácter y con recursos había conseguido llevar a cabo tamaña empresa para la que incluso había diseñado su propio traje. Sé que les podrá parecer muy ingenuo, pero les confieso que nunca he querido, y menos aún ahora, que ya soy viejo, comprobar si las aventuras de mi abuela fueron verídica, porque yo también me vi obligado a tomar las riendas del negocio familiar en el que, si les soy sincero, nunca pasó nada.

· Fondo musical para acompañar la lectura: Space - Magic fly (http://www.youtube.com/watch?v=uWqw0DQLEm0)