18 de septiembre de 2013



Nadie se podía explicar aquellas extrañas intervenciones que, en su vejez, comenzó a hacer la tía Leonore sobre las fotografías que guardaba celosamente en la cómoda de su dormitorio. Era la hermana pequeña de mi madre. Y solterona. Lo que no parecía sorprender a nadie ya que siempre se mostró un tanto enigmática. Para los demás, simplemente, era rara. Cuando yo nací ella ya vivía en casa, porque mi padre tuvo que aceptarla bajo su techo desde la misma noche de bodas, ya que mi madre le advirtió que su hermana iba a donde ella fuese. No puedo decir que tuve una relación especial con la tía, porque nunca la hubo. Siempre fue muy introvertida y silenciosa. Pero nos intrigaban sus fotografías, todas garabateadas, con tachaduras y anotaciones. “Niño”, “hermana”, “Yo”. Esas eran algunas de las palabras que escribía. ¿Pero qué es lo que quería decir con todo eso? Según del tío Michael, que era médico, la tía tenía pérdidas de memoria, y cuando se dio cuenta de ello hizo de sus fotos improvisadas cartografías de su vida.

· Fondo musical para acompañar la lectura: Gene Austin - Bye Bye Blackbird (http://www.youtube.com/watch?v=eO6PpD-tRLU)