12 de diciembre de 2013




Aunque desde tiempos inmemoriales los miembros de mi estirpe han seguido la tradición de ser médicos, hubo un antepasado que logró evadirse de tal destino. Al parecer, Nicanor, que era como se llamaba, lo de ver vísceras le producía demasiadas arcadas y continuos mareos. Aunque también, lejos de todo aquello, había sentido la llamada de la pintura desde muy pequeño. Pero a partir de aquí mi abuelo sólo nos contó vaguedades, ya que, salvo una vieja fotografía, son escasos los detalles que han llegado sobre su vida, además de que la imaginación de la familia ha contribuido lo suyo a idealizarla, supongo que por la cosa de darle un mayor pedigrí al apellido. El abuelo nos contó que, tras la invasión francesa, Nicanor y sus padres se marcharon a Burdeos por razones que se desconocen, y que el niño siempre estaba enredado con papeles y pinturas, por lo que sus progenitores decidieron llevarlo a que recibiese clases de un viejo y afamado pintor que se había establecido hacía muy poco tiempo en la ciudad. Cuenta el abuelo que Nicanor fue el verdadero precursor del “action paintig” y que, además, se dio la circunstancia de que la llevó a cabo con su propio maestro. Y es ahí cuando, con un exacerbado orgullo, el abuelo nos mostró la mencionada fotografía para demostrarnos que los hechos fueron así. Pero yo, ni le vi parecido al cuadro del fondo con “La lechera de Burdeos”, ni tampoco reconocí a Francisco de Goya, ya que ni si quiera, por la postura de la cabeza, se le ve si tiene patillas.
(A Juan Manuel Garcia Ferrer)
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· Fondo musical para acompañar la lectura: Luigi Boccherini - Passacalle, de la La musica notturna di Madrid. LE Concert des Nations/Jordi Savall (https://www.youtube.com/watch?v=4BDzbKqjW7o)