11 de diciembre de 2013




Sr. Director:
Leo un reportaje en su periódico, que dicho sea de paso llega puntualmente a la residencia, en el que un joven de su equipo de reporteros ha desentrañando un caso de esos a los que les gusta dar una exagerada aureola de sensacionalismo para vender más ejemplares. Sin ánimo de ofender a nadie sólo quiero hacer una pequeña precisión ya que el periodista aporta un dato erróneo. Se lo digo por la sencilla razón de que no sólo estuve allí, sino que soy uno de los jóvenes que aparece en la fotografía que encabeza el artículo. Cierto es que aún no había llegado aquel invierno, el del 43, que sería especialmente duro, uno de los más gélidos que he vivido en mi larga vida, algo que tampoco pudimos presentir durante ese mes de noviembre en el que las tropas avanzaban con bastante rapidez. Incluso podría afirmar que la sensación que se respiraba en aquellos días era de relativo optimismo. Sea como fuere, lo que es rotundamente falso es que el ejército aliado tuviese tiempo libre para dedicarse a actividades de ocio como frivoliza el autor del texto porque aquella fue una campaña extenuante. En mi caso concreto cumplía una misión de espionaje de alto riesgo que, de manera inexplicable y a pesar de la discreción que me proporcionaba el disfraz, se convirtió en un estrepitoso fracaso cuando me descubrieron. Aunque peor fue la vergüenza que pasé cuando al enemigo se le metió entre ceja y ceja hacer aquella fotografía que, hasta la fecha de hoy, creía perdida. Ahora no me importa que salga a la luz este asunto. Soy ya demasiado viejo, y además es difícil que alguien se moleste porque lo más seguro es que casi ninguno de los que aparecen en esa instantánea se encuentre en el mundo de los vivos. Pero comprenderá que me haya sentido molesto por la inexactitud empleada.
Atentamente.
J. W.


· Fondo musical para acompañar la lectura: Vera Lynn - We'll meet again (https://www.youtube.com/watch?v=BLPM5ydjwSchttps://www.youtube.com/watch?v=BLPM5ydjwSc)