18 de junio de 2014




Te sorprendes ¿verdad? Eso es porque quizá no tengas la costumbre de ver espacios desordenados que no sean los tuyos propios. Pero hay algo que te retiene de esa imagen. No puedes apartar la mirada. Te intriga. Y comienzas a explorar los detalles preguntándote que es lo que ha sucedido en esa habitación. Buscas pistas, y cada poco, continúas leyendo este texto pensando que te pueda aportar algún dato que te permita descifrar este misterio. Ves una cama revuelta. Un tocador en la esquina del fondo en cuyo espejo no hay ninguna forma reflejada. A la derecha, una puerta abierta. En el suelo, dos alfombras. Sus pliegues delatan que ha habido movimiento, como los de las sábanas. Hay algunos papeles. Uno cerca de la cama, con una pinza. Ahora es cuando enfocas la vista y tratas de ver si hay algo escrito. Pero no ves nada. Quizás tu lado romántico te lleve a pensar que ha sido el escenario de un ardiente encuentro pasional. Pero también, tu otro lado, el morboso, te incita a especular que puede ser el lugar de un crimen. ¿Y si la realidad es otra? Que allí se hospedaba alguien acuciado por las deudas que tuvo que recoger sus cosas, precipitadamente, de madrugada, y salir de allí para desaparecer antes de que amaneciera.

(A mis amigos de Sala-mandra)


· Fondo musical para acompañar la lectura: Sidney Bechet & Mezz Mezzrow - Minor Swoon (https://www.youtube.com/watch?v=kDk7RfvOgcQ)