23 de septiembre de 2014




Rosita García siente desde niña la llamada del cine por lo que muy pronto, cuando apenas tiene dieciséis años, marcha a la capital y comienza a recorrer los estudios. Consigue pequeñas cosas de figuración, sin embargo no se amilana y prosigue en pos de cumplir su sueño. Una tarde de noviembre tiene una revelación viendo una película de Myrna Loy. Su sitio, piensa, es Hollywood. Hace todo lo posible para reunir el suficiente dinero que la lleve a Los Ángeles. En algo más de un año ya pasea por las aceras de Sunset Boulevard, aunque soñando, porque la oportunidad que busca no viene. Actúa como cantante en varios locales nocturnos, pero disfrazada, para darle algo más de originalidad a sus interpretaciones. Una noche, un joven con un fino bigote acude a una de sus galas. Éste queda hipnotizado por Rosita. Después esboza una enorme sonrisa y sale con celeridad del lugar. Peter Moore, que ejerce de camarero, no pierde un detalle de aquella escena. Aquel enigmático joven no volverá a aparecer más. Como la suerte será esquiva con Rosita. Se retira definitivamente del mundo del espectáculo cuando conoce a un ranchero de Minnesota con quien contrae matrimonio. A partir de ahí llevará una vida anónima pero cómoda y tranquila, hasta que una apacible mañana de junio fallece a avanzada edad sin saber que aquella noche, de la que probablemente jamás se ha acordado, ella fue la fuente de inspiración de Minnie, la novia del ratón Mickey y que aquel jovenzuelo era un tal Walt Disney.

(foto: cortesía de Luis Argeo y http://tracesofspainintheus.org)

· Fondo musical para acompañar la lectura: Gene Austin - Ain't she sweet (https://www.youtube.com/watch?v=1xpSeaxRpCc)