12 de noviembre de 2014




Aquel 10 de noviembre de 1923 iniciamos una revolución en el reformatorio de St. James por considerar injusto, desmesurado e incluso hasta inhumano el castigo que nos habían impuesto. Pero lo peor fue que la rebelión se vio comprometida por la intervención del grimoso reverendo O’Malley que, con esa actitud pazguata de no haber roto nunca un plato y su vocecilla atiplada que tan nerviosos nos ponía, trató de convencernos para que depusiéramos nuestra actitud, lo que hizo mella en nuestro amigo Jimmy quien, debido a su extrema sensibilidad, no lo pudo soportar y acabó abriéndole la puerta pese a nuestros denodados esfuerzos por impedírselo. Al fin y al cabo no teníamos nada que perder. St. James tenía fama de ser una institución austera e inflexible en la que soportamos castigos de la más diversa índole, aunque con el tiempo, nos habían endurecido. Como las calles de donde fuimos arrebatados, porque éramos delincuentes de poca monta a los que internaron en aquellos muros para que cumpliésemos nuestras penas e hicieran de nosotros, como repetía hasta la saciedad el siniestro director, futuros hombres de provecho. Pero lo peor de todo no eran los madrugones, ni los extenuantes horarios, ni la gimnasia en el patio o la mala comida, sino ese castigo tan inhumano por el que nos amotinamos y que era la imposición de formar parte del coro que dirigía el reverendo O’Malley y su voz tan chirriante, con ese repertorio tan insufrible, tan indigesto y tan fatigoso que nos habría de provocar todavía muchas pesadillas hasta bien entrada la madurez.

(N. d. T.: Debido a que el coro del reverendo O’Malley jamás pisó un estudio de grabación, ni tampoco existe documento alguno que cite los títulos de las canciones que componían su repertorio, nos aventuramos a incluir una delicada pieza por la única razón de que su estructura armónica y su espíritu coinciden con las exiguas descripciones musicales que aparecen en los escasos testimonios de la época que se conservan).

· Fondo musical para acompañar la lectura: Cabin Kids - Old McDonald had a farm (1935)