20 de noviembre de 2014





El silencio de ahí arriba apenas era roto por el movimiento de los pliegues de mi ropa durante el descenso. Veía la tierra abajo, a mis pies. Y yo, ahí, en el aire. Luego no sé que sucedió. Quizá perdí la conciencia, sufrí una alucinación, o ambas cosas, pero hubo un momento en que tuve la sensación de establecer comunicación con algo que se escapaba a mi entendimiento. Hasta hubo un instante en que creí que el tiempo se había detenido. Fue entones cuando tuve la impresión de que estaba entrando en un nuevo nivel. Quizá un agujero negro, pensé, que me impulsaba sin rumbo, sin que yo pudiese hacer nada, hacia su interior, hacia lo desconocido, hacia la quinta dimensión. Me dejé llevar. No podía hacer otra cosa. Y un nerviosismo recorrió mi cuerpo hasta que sentí una fuerte sacudida. Vi estrellas, muchas estrellas. Galaxias, pensé, y supuse que había llegado a un lugar en el infinito. Hasta que me di cuenta que el silencio se transformó, lentamente, en un leve murmullo. Y comencé a notar golpes en mis mejillas. Estaba en el epicentro del universo, pensé, cuando al abrir lentamente los ojos vi unas siluetas, desenfocadas, como todo lo que las rodeaba. Parecían observarme con asombro. Mi viaje espacial, pensé, había llegado a su culmen. Hasta que oí a una de ellas decir, en un idioma que parecía entender, algo sobre una lona que se había roto.

· Fondo musical para acompañar la lectura: Hans Zimmer - Main Theme (Interstellar · BSO)(
https://www.youtube.com/watch?v=wqnnRIwoxB8)