3 de noviembre de 2014




Santos Molina es un jovencito tímido y modoso que tuerce la cabeza hacia un lado cada vez que un adulto se dirige a él. Hay quienes en el pueblo piensan que en realidad sufre algún tipo de retraso aunque también los hay que lo atribuyen a un posible complejo de Edipo. Las continuas burlas que sufre de sus compañeros del colegio no impiden que Santos sueñe en secreto con una vida mejor y por ello, cuando cumple la mayoría de edad, decide marcharse a hacer fortuna a la capital pese a las reticencias de su madre que piensa que puede ser engañado por cualquier desalmado dada su extrema timidez. Sus padres apenas tienen noticias suyas salvo por alguna que otra postal que reciben con exiguos mensajes donde dice que las cosas van bien. Hasta que, casi dos décadas después, el 28 de julio de 1934, los periódicos nacionales publican en sus portadas una fotografía que muestra el momento en que la policía detiene a Santos cuando trataba de cruzar de incógnito en motocicleta la frontera de Andorra cargado de fajos de billetes que oculta en el interior de su gabardina. Pero lo único que preocupa a Santos durante su encarcelamiento es tratar de comprender cual ha sido el error que ha cometido ya que él siempre se ha considerado un hombre calculador, metódico y riguroso. La verdad la sabrá después, cuando le explican en la vista oral que lo que realmente despertó las sospechas del oficial de la aduana fue su gabardina negra, una vestimenta inusual en una época como el verano y demasiado abultada para ser la de un modesto cajero de banco. Y lo que aún empeoró más el asunto fue que, por caprichos del destino, se descubrió que dicho oficial tenía depositados sus ahorros en la sucursal donde precisamente trabajaba Santos.

· Fondo musical para acompañar la lectura: Mills Brothers - Money in my pockets (1934)