23 de septiembre de 2015




En su intención de velar por la estabilidad de su matrimonio, la tía Hildegard acabó siendo sin pretenderlo una mujer avanzada en su época. Y es que su miedo fue en aumento a medida que el tío Boniface pasaba cada vez más horas en las carreras automovilísticas. Y aunque no era un hombre demasiado atractivo, sino más bien bajito y algo esmirriado, tampoco era de piedra, pensaba la tía, porque en los circuitos había mucha jovencita atrevida y no eran pocos los que acababan sucumbiendo a sus encantos. Por ello decidió hacer de tripas corazón y tener un poco más de complicidad con su marido, implicarse más en su afición. Pero lo que no pudo imaginar la tía es que se involucró tanto en aquel mundo, que acabó siendo la primera mujer que ganó las veinticuatro horas de Le Mans, porque el tío Boniface, que era mecánico, no sabía conducir.

· Fondo musical para acompañar la lectura: Sam Lanin and his Orchestra - We careful with those eyes.