15 de septiembre de 2015




Mi acto fue consecuencia del hartazgo. Una forma de protesta, de rebeldía. Quizá poco meditada y demasiado inocente. Pero no podía aguantarlo más. Aún no comprendía muchas cosas de los adultos, pero aquello había llegado a tales extremos que sentí la necesidad de salvaguardar mi integridad física ante los míos. Tenía que demostrar que tenía sentimientos y sobre todo voz propia. Pero mi acción reivindicativa duró poco, justo hasta el momento en que a la abuela le dio un amago de infarto cuando al llegar a casa me vio de tal guisa sentado en el porche. Pero nadie entendió nada, y menos aún el abuelo quien, enfadado por lo que creía que había sido una broma de mal gusto, me dio un par de cachetes en la cabeza. Él, precisamente él, el antiguo estibador incapaz de controlar su fuerza, el origen de mis males, el motivo de mi insurrección, la causa de mi sufrimiento por su dichosa manera de saludarme, agarrándome el moflete y zarandeando mi cabeza unas cuantas veces.

· Fondo musical para acompañar la lectura: Cannon's Jug Stompers - Heart-breakin' blues.