16 de octubre de 2015




Viajar. Abandonar los orígenes. Romper con las raíces. Tanto en lo físico como en lo psíquico. Convertirnos en vagabundos, en seres errantes, con el único objetivo de experimentar nuevas sensaciones. Entregarnos a la errancia dejándonos llevar por los azares del destino. Daba igual. Lo importante era tener nuevas vivencias, conocer nuevas latitudes. Aunque en realidad no éramos conscientes de todo eso. Era algo que nos atraía, porque mi amigo Bob lo había leído en un libro de un tal Goethe sobre un joven llamado Wilhelm Meister. Yo no sabía quienes eran, pero me gustaba la idea. Mucho. Salvo que nuestra gran aventura tan solo duró una mañana y sin movernos del punto de partida. Luego supimos que pecamos de impaciencia. No sólo no hicimos equipaje alguno, sino que nuestra táctica fracasó, porque no caímos en la cuenta de que los conductores en aquella época eran, en su mayoría, masculinos.

· Fondo musical para acompañar la lectura: Woody Guthrie - Riding in my car (Car song).