30 de marzo de 2016




Los largos años de encierro en el laboratorio llevaron al doctor György Király a realizar un gran descubrimiento que, cuando lo presentó en su ponencia aquel 10 de mayo de 1959 durante el congreso de psiquiatría organizado por la universidad Eötvös Loránd de Budapest, desató la ira de sus colegas de profesión quienes, atónitos, no podían dar crédito a sus argumentos, tachándolos de absurdos y carentes de base científica. Sin embargo, el doctor Király, haciendo caso omiso al revuelo generado, prosiguió con su exposición, sin prever que el revuelo se tornaría en un monumental escándalo al concluir su intervención con un dispositivo de su invención que demostraba sus teorías, haciendo por primera vez visible a los ojos de los presentes algo tan invisible como la voz de la conciencia. · Fondo musical para acompañar la lectura: Éva Mikes - A szerelem himnusza.

19 de marzo de 2016




Aquel día el azar me jugó una mala pasada después de tantos años suspirando por Alicia, a quien había conocido en el instituto, en una de esas fiestas que organizó mi amigo Edmund, quien tenía fama de crápula. Pero mi extrema timidez, que me provocaba un hormigueo que recorría mi vientre, hizo que tan solo me acercase a ella como un pasmarote, balbuceando solemnes majaderías con las que conseguía, a veces, sacarle una sonrisa. Edmund me decía que era un idiota, que tenía que dejarme de tonterías y lanzarme de una vez por todas. Pero yo no me atrevía. Y así fueron pasando los años, hasta que aquel funesto día reuní las suficientes fuerzas y me dirigí a su casa decidido a declararle mi amor. Y justo cuando me arrodillé y pronuncié mis primeras palabras, ella, asustada, sin musitar palabra alguna, se llevó las manos a la cara. Después de tanto tiempo, aún me pregunto que es lo que pudo fallar.

· Fondo musical para acompañar la lectura: Dion and The Belmonts - Teenager in love.

18 de marzo de 2016


El peor de todos los males que puede padecer el hombre, la ignorancia, hizo que creciera sin mis padres en un lúgubre hogar de acogida a las afueras de Londres. Ellos, que eran gente honrada que pertenecía a la clase trabajadora, siempre me habían tratado con devoción ya que era hijo único. Pero el implacable jurado popular, a tenor de las endebles pruebas como el absurdo testimonio de la señorita Danvers, la vieja solterona cotilla que teníamos como vecina, dictaminó su culpabilidad, condenándoles el juez a los dos a una pena de veinte años de prisión. Ni siquiera mi verdad, la que conté sin poder contener mis lágrimas durante el juicio, les convenció. Una fantasía infantil de un niño traumatizado, pensaron, porque no creyeron que hubiese inventado la máquina del tiempo, la que estaba probando cuando, en una de sus habituales incursiones para fisgonear, la señorita Danvers me vio a través de la ventana.

· Fondo musical para acompañar la lectura: Franz Schubert - Schwanengesang, D.957 - Ständchen / Jussi Björling (tenor)

11 de marzo de 2016




No pude imaginar durante mi investigación para graduarme en astronomía en la universidad de Princenton que, indagando en los archivos personales del doctor Herbert C. Waldstein, hallaría aquellos documentos que hacían referencia a una misión fallida cuatro años antes de que el hombre pisase la Luna. Mi sorpresa fue aún mayor al comprobar que las autoridades gubernamentales, temerosas de que el incidente saliese a la luz y pudiese truncar el futuro de la carrera espacial, se apresuraron a ocultarla de inmediato al tener conocimiento de un grave error técnico que se produjo cuando la nave se hallaba situada en la órbita terrestre. Es por eso que el doctor Waldstein, obligado por sus superiores a acallar el asunto, camufló entre sus papeles personales dichos documentos que, según pude comprobar, constatan que, cuando el mayor Tom Collins y la comandante Clarice Williams abrieron la escotilla de la nave para dar su primer paseo por el espacio exterior, sufrieron unas repentinas alucinaciones por la falta de oxígeno a causa del defectuoso diseño de sus trajes. Sin embargo no hay datos sobre lo que les sucedió después a ambos astronautas. · Fondo musical para acompañar la lectura: Hawkwind - Silver machine

4 de marzo de 2016




No pude presagiar cuando, tras meses de un intenso encierro para superar la oposición, que acabaría destinado en aquel lúgubre edificio como taquígrafo en los juicios que allí, en la planta primera, tenían lugar. No sé por qué, pero tuve una extraña sensación. Los pocos meses que llevaba desempeñando mi función tuve que estar en más de una veintena de procesos, algunos de los cuales alcanzaron notable relevancia en los medios de comunicación. Y ahí estaba yo, a la vista de todo el mundo, en aquella mesa, solo, en silencio, impasible, registrando minuciosamente las declaraciones de unos y otros sobre comisiones, blanqueos, desvíos, fugas de capital. Aunque quizá no me reconozcan porque, ante tal avalancha de casos, el juzgado adoptó medidas de prevención con el fin de evitar que las malas influencias acabasen salpicando a sus empleados. · Fondo musical para acompañar la lectura: Muggsy Spanier & his Ragtime Band - Big butter and egg man.

3 de marzo de 2016




A Eric Stoltz poco le importaron las habladurías, aunque supieran que era el hijo de un magistrado con renombre en la capital quien, en un momento de desesperación, trató de poner fin a las andanzas de su vástago quitándole la asignación y confiscándole las llaves de su deportivo. Gajes de oficio, pensaba Eric, consciente de las dificultades que implicaban sus esfuerzos por seguir los dictados de su vocación en un momento crucial de su vida en el que rozaba la treintena y aún no había abandonado el nido. Pero eran menudencias a las que restaba importancia, porque cuando entraba en acción surgía una fuerza en su interior que no podía controlar, lo que él llamaba el 'swing', despertando las envidias de sus amigos y los chismorreos de los demás cuando, atónitos, contemplaban como las chicas se acercaban a él, aunque se vieran obligadas a soportar situaciones de poc comodidad.

Fondo musical para acompañar la lectura: Cornell Smelser & His Orchestra - Accordion Joe.