4 de marzo de 2016




No pude presagiar cuando, tras meses de un intenso encierro para superar la oposición, que acabaría destinado en aquel lúgubre edificio como taquígrafo en los juicios que allí, en la planta primera, tenían lugar. No sé por qué, pero tuve una extraña sensación. Los pocos meses que llevaba desempeñando mi función tuve que estar en más de una veintena de procesos, algunos de los cuales alcanzaron notable relevancia en los medios de comunicación. Y ahí estaba yo, a la vista de todo el mundo, en aquella mesa, solo, en silencio, impasible, registrando minuciosamente las declaraciones de unos y otros sobre comisiones, blanqueos, desvíos, fugas de capital. Aunque quizá no me reconozcan porque, ante tal avalancha de casos, el juzgado adoptó medidas de prevención con el fin de evitar que las malas influencias acabasen salpicando a sus empleados. · Fondo musical para acompañar la lectura: Muggsy Spanier & his Ragtime Band - Big butter and egg man.